¿Te haces una idea de la cantidad de operaciones que se pueden llegar a realizar en tan sólo un día en todo el mundo en el ámbito empresarial?
Está claro que una pyme no va a tener que manejar ni lidiar con tantas clases de facturas como debe hacerlo una multinacional. Sin embargo, no está de más que tengas conocimiento de los diferentes tipos de facturas que existen, para que sepas cómo realizarlas y, sobretodo, para qué deberás emplearlas.
Clases de facturas
Te aconsejamos que, al margen del tamaño de tu negocio y el nivel de facturación que tenga, debes tener unos mínimos conocimientos en lo que respecta a los tipos de facturas que existen. Así, sin más dilación, pasamos a contarte algunas de las clases de facturas más destacadas:
Factura ordinaria
Es la más usada con diferencia en las empresas. La factura ordinaria refleja una operación comercial, ya sea de compraventa de algún producto o de prestación de algún servicio.
Este tipo de factura debe contener datos sobre la operación que se va a llevar a cabo. Datos tales como: número de factura, fecha de expedición, nombre y apellidos o razón social, número de identificación fiscal, domicilio del emisor y destinatario, descripción de la operación, tipo de IVA, porcentaje de retención del IRPF, cuota tributaria, importe total a pagar y la fecha en que se haya producido la operación. Para que una factura pueda considerarse como tal deberá contener todos estos datos para que sea válida y conforme a la normativa.
Factura rectificativa
Por su parte, una factura rectificativa surge cuando, a la factura anterior (factura ordinaria) hay que realizarle alguna corrección, puesto que no se ha hecho de manera correcta y, por tanto, no cumple con los requisitos mínimos exigidos por la ley.
Igualmente, si se realiza algún tipo de descuento o bonificación, dado que se trata de un dato a modificar de la factura ordinaria, deberemos acudir a la factura rectificativa para realizar este cambio en el dato.
Factura recapitulativa
Como su propio nombre indica, la factura recapitulativa aglutina en una sola factura varias operaciones dirigidas a un mismo destinatario, estando comprendidas en distintas fechas, pero siempre dentro del mismo mes natural. Por tanto, si se trata de operaciones que se dan en diferentes meses, no se podrían “combinar” y recapitular en una sola factura.
Factura proforma
Esta clase de factura documenta una oferta comercial, indicando los productos o servicios que el vendedor ofrece al consumidor a un determinado precio. De esta manera, se le da al comprador la máxima información posible y de una manera bastante formal y profesional. No obstante, la factura proforma no tiene valor contable alguno, ni sirve de jusitificante. Por lo que ni se numera, ni se aconseja que se proceda a su firma o sello, salvo que el cliente lo solicite de manera explícita.
Es muy importante que cuando preparemos una factura proforma lo indiquemos de manera clara y visible en el encabezado de la misma, para evitar cualquier confusión.
Factura simplificada
En función de la cantidad de datos que vengan reflejados en la factura, se entenderá que se trata de una factura simplificada o factura completa.
En el caso de que la factura contenga todos los requisitos exigidos por ley (los que comentábamos en el primer tipo de factura), se trata de una factura completa. Si sólo cumple algunos de los requisitos legales, estamos ante una factura simplificada.
Factura electrónica
Esta clase de factura es un equivalente a la factura en papel. La diferencia es que la factura electrónica se transmite por medios electrónicos y telemáticos de manera exclusiva.