En el mundo empresarial tenemos diferentes métodos a la hora de gestionar proyectos. Por una parte están los que prefieren tenerlo todo controlado y dar órdenes. Se gestionan de arriba hacia abajo. Sin embargo, este método puede coartar la creatividad y sus detractores defienden una gestión ascendente, donde las bases tengan su nivel de decisión. Aquí aparecen las metodologías bottom-up y top-down, dos formas diferentes de gestionar cualquier proyecto. Vamos a conocer un poco mejor de qué se trata y cómo implantarlas.
Qué es la metodología bottom-up
A la hora de afrontar los objetivos de cualquier proyecto siguiendo la metodología bottom-up, hay un equipo que colabora a todos los niveles para decidir el camino a seguir hasta lograr el objetivo general. Se trata de un enfoque novedoso y flexible, algo informal. Para ello, se basa en los OKR -objetivos y resultados clave-, reuniones Scrum y una gestión democrática. Los líderes de cada proyecto trabajan codo a codo con sus subalternos para analizar la viabilidad, inversiones, riesgos, variables, pros y contras de cada decisión.
Sin lugar a dudas, la principal ventaja de la metodología bottom-up es la implicación de todo el equipo en el desarrollo del proyecto. Los empleados sentirán las decisiones como suyas, conocen el por qué de las cosas, y esto suele ser sinónimo de una mayor motivación y de un buen ambiente de trabajo. También ofrece oportunidades para la creatividad a la hora de resolver problemas. Todo el mundo puede aportar, por ejemplo en las lluvias de ideas. Eso sí, puede ralentizar los proyectos.
Ejemplo de metodología bottom-up
Hay muchas empresas que aplican esta metodología como base de su gestión. Por ejemplo, Google ofrece a sus empleados un 20% de su tiempo en el desarrollo libre de ideas que luego se valoran y se tratan de implantar. Todos hemos sido testigos de cómo ha revolucionado nuestras vidas en los últimos 10 o 15 años. Tesla, Facebook, Microsoft o el The New York Times son otros casos de éxito que cuentan con esta metodología.
Qué es la metodología top-down
Desarrollado por IMB en los ’70, es una metodología donde la gerencia toma las decisiones y se transmiten de forma descendente mediante la estructura jerárquica de la empresa. La dirección cuenta con una información que analizan, y a partir de ahí extraen sus propias conclusiones. Son los que desarrollan unos procesos que comunican al resto del equipo para que los implante. Se trata de un modelo que se aplica generalmente en la industria tradicional, comercio minorista o la salud.
A favor de este modelo de gestión destaca que es ampliamente conocido. La mayor claridad en las órdenes y procesos en comparación con bottom-up hace que goce de popularidad. Las decisiones se toman en un único lugar, dificultando los malentendidos u órdenes contradictorias. También es fácil de implantar, y facilita el seguimiento y detección de errores. Cuando se produce un fallo a lo largo del proceso, rápidamente podemos seguir el hilo hasta dar con el origen del mismo y resolverlo por la vía rápida, reduciendo el daño causado.
Ejemplos de metodología top-down
Uno de los ejemplos de metodología top-down más conocidos es el de Cisco Systems. Cuando nació, tenía un equipo inexperto, recién creado. Por eso, en sus etapas iniciales todo debía pasar por su CEO John Chambers. Así, se convirtió en una de las tecnológicas más destacadas de Silicon Valley. Otro ejemplo es el de la crisis reputacional de Johnson&Johnson. En los ’80, una decena de personas murieron tras tomar uno de sus fármacos. James Burke se puso al frente, dio la cara ante el público y desarrolló un plan de acción controlado por él mismo para volver a posicionarse.