Uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es la brecha salarial entre mujeres y hombres. Por desgracia, es habitual encontrarnos con empresas donde los hombres cobran más que sus compañeras a pesar de desempeñar las mismas funciones. La discriminación salarial no solo se da entre hombres y mujeres. También podemos encontrarla entre empleados seniors y junior, entre aquellos con más tiempo en la empresa y los recién llegados… Y es algo bastante peligroso para el futuro de la organización, pues es fuente de conflictos. Veamos cómo solucionarla.
Por “empleados iguales” o “trabajo de igual valor” entendemos aquellos que exigen requisitos similares para su desempeño. Esto incluye nivel académico, conocimiento de idiomas, nivel de carga o responsabilidad del trabajador. Conviene señalar que la justicia europea se ha pronunciado en contra de la discriminación salarial entre hombres y mujeres que hacen el “mismo trabajo” o que desempeñan un “trabajo de igual valor”. El artículo 28,1 del Estatuto de los Trabajadores prohíbe la discriminación por razón de sexo.
Evita las diferencias salariales entre empleados iguales
En primer lugar, es fundamental que la dirección de la empresa esté preparada para hacer frente a este tipo de discriminación. Si la dirección no es consciente de la brecha salarial entre empleados iguales, poco podremos hacer. En este sentido es importante contar con un plan de igualdad en la empresa y completar para que especifique y recoja toda la información.
Consulta y descarga gratis el modelo de registro salarial, el cual podrás utilizar para tu empresa. Se trata de un modelo muy sencillo, pero que recoge los aspectos obligatorios que debe contemplar este documento.
También es fundamental para realizar correctamente el registro de salarios de la empresa el papel del equipo de recursos humanos, responsable de la contratación y planes de carrera. Formar al personal involucrado en contrataciones y promoción de personal debería garantizarnos unos procesos justos y no discriminatorios, en los que cada empleado cobre lo mismo que su par.
En este sentido, el sistema retributivo debe ser universal y para ello se fijan los salarios de los empleados a partes iguales. Esto permite un marco estable en la relación laboral, reduciendo las arbitrariedades. Además de universal, debe ser proporcional.
El sistema retributivo debe ser proporcional al valor aportado por cada trabajador y la retribución que percibe. La proporcionalidad permite alinear el salario con el aporte de valor, lo que conforma el principio de equidad. Pero todo esto no sirve de nada si la empresa no asuma la importancia de la transparencia salarial. Así, el sistema retributivo será conocido por todos los empleados.
A la hora de diseñar el sistema retributivo de la organización, podemos hacerlo con participación de tres elementos clave. El primero, personas expertas en materia de retribución e igualdad. El segundo sería la inclusión de mujeres y hombres en el equipo de negociación o determinación de sueldos en la empresa. En tercer lugar, deben participar las personas que ocupan los puestos en su descripción y valoración. De este modo, se tiene en cuenta la brecha salarial, las valoraciones se hacen en modo neutro y la plantilla entiende -y acepta- cómo funciona el sistema.
Si tienes dudas sobre las posibles discriminaciones salariales que pueda haber en tu empresa, una de las cosas que puedes hacer es desarrollar una auditoría salarial en la empresa. Se trata de una herramienta que permite detectar las desigualdades que hay en materia salarial en la empresa, no solo entre empleados iguales sino que también revela disfunciones entre los sueldos de la plantilla, del personal directivo y de los altos cargos de la organización. Una vez finalizada la auditoría, se pueden poner en marcha las medidas adecuadas para paliar las desigualdades reveladas.
También es importante señalar que para un buen funcionamiento del sistema retributivo, todos los directivos de la organización deberían estar al día en los cambios salariales. Promover la igualdad en la empresa implica la igualdad de oportunidades entre todos los empleados, más allá de su género, raza, edad, orientación sexual, etc. Todos los trabajadores deberían tener las mismas opciones de progresar, algo fundamental para evitar la discriminación salarial entre trabajadores de igual valor.