A priori, hay decenas de inversores que estarías dispuestos a poner su dinero en tu idea a cambio de una evidente recompensa en el futuro. Sin embargo, nuestro negocio pasará por varias fases y hay que conocer a los mejores inversores para cada etapa del proyecto. Según su capacidad económica, el nivel de riesgo que quieran asumir y las garantías que les ofrezcas, tendrás acceso a más o menos inversores para la financiación de la empresa, así que tendrás que decidir a quién acudir si quieres que tu negocio salga adelante.
¿Qué inversor necesito?
Dependiendo de la fase en la que se encuentre el proyecto empresarial las necesidades del emprendedor serán diferentes.
La fase embrionaria
Cuando nuestro negocio no es más que una idea en nuestra cabeza, la opción más fácil es lo que en inglés se conoce como triple F: friends, fools and family, literalmente amigos, tontos y familia. Aún así, hay diferencias. Los amigos y la familia invertirán en nuestro proyecto porque nos quieren, para darnos una oportunidad en un negocio en el que consideran que nos puede ir bien. No esperan un gran retorno a cambio de su ayuda, que complementará tus ahorros. Es una especie de crowdfunding entre tu círculo personal.
Otra cosa son los fools, esa gente que quizá no te conozca personalmente pero que ha visto las ideas principales de tu proyecto y confía ciegamente en él. Lógicamente, esperan un retorno después de su inversión pero son conscientes del enorme riesgo que corren invirtiendo en tu proyecto en esta fase tan inicial. También es posible que encuentres algún fondo de capital riesgo dispuesto a invertir ya en la fase embrionaria de tu proyecto, pero los expertos no recomiendan acudir (todavía) a ellos.
Cuando la idea se convierte en start-up
Tras reunir el capital necesario para poner en marcha tu empresa, ya tienes una start-up que está empezando a captar clientes. Estamos en la fase donde mueren la mayoría de empresas que no llegan a triunfar, ya que el fundador lo ha puesto todo en la empresa pero por su crecimiento esta exige más inversión. Las financiación convencional a través de los bancos todavía no es una opción, ya que ningún banco se la jugará -y si lo hace, las condiciones serán dantescas-, así que tenemos dos opciones de inversión.
Por una parte, podemos empezar a recurrir a los fondos de capital riesgo. A medida que el negocio vaya creciendo atraerás hacia tu idea a fondos de mayor tamaño, dispuestos a realizar una inversión importante en ellas. Además, algunos fondos de capital riesgo aportan valor a tu negocio. Por otra parte están los pledge funds, un fenómeno poco habitual en España -aunque está creciendo- que funciona como un club de inversores: pagan una cuota al club, que busca proyectos para invertir.
No podemos pasar por alto los business angels, una versión del mecenazgo a escala empresarial en la que un inversor aporta su capital a una empresa emergente, pero además del dinero también pone su conocimiento sobre el sector y los contactos que tiene. Eso sí, normalmente entran en la empresa cuando ya has empezado a lanzar tu producto al mercado y los resultados empiezan a dejar ver el potencial que tiene el negocio. Si no le ven ningún futuro no harán esa inversión en la que también está en juego parte de su prestigio.
La empresa necesita crecer
Llegará un punto en el que la empresa generará beneficios por sí sola y tus inversores ya habrán recuperado la inversión inicial. Sin embargo, una empresa exitosa necesitará más equipamiento, nuevos trabajadores o más instalaciones para seguir creciendo así que tendrás que volver a buscar el capital necesario para ello. En esta fase, las entidades bancarias suelen ofrecer mejores condiciones que los fondos de riesgo, los business angels, etc., así que deberían ser tu opción inicial.
Tipos de financiación para emprendedores