Seguramente más de una vez habrás oído hablar de las prejubilaciones, un acuerdo entre empresa y trabajador para finalizar su relación laboral en las condiciones ideales para que el empleado llegue a la edad de jubilación con sus derechos intactos. Gracias a este acuerdo, la empresa le garantiza a su empleado unas condiciones económicas iguales o similares a las que tenía cuando estaba en activo al llegar a la edad de jubilación. Sin embargo, la prejubilación no aparece en al normativa de la Seguridad Social, así que hay que conocerla bien.
Prejubilación vs jubilación anticipada
Pero antes de entrar en profundidad en las prejubilaciones, hay que marcar distancias con la figura de la jubilación anticipada, dos conceptos que a menudo se confunden. En una jubilación anticipada el trabajador puede acceder a su pensión antes de la legal de jubilación siempre que haya cumplido con unas condiciones (edad mínima, número de años cotizados), mientras que la prejubilación no tiene estos mínimos, sino que es algo entre empresa y trabajador. La jubilación anticipada sí que está regulada.
Tampoco deberíamos confundir la prejubilación con una jubilación parcial. Cuando una empresa prejubila a uno de sus trabajadores, la relación laboral queda extinguida aunque la empresa le siga abonando parte de sus ingresos mensuales. En cambio, en la jubilación parcial el empleado deja su empleo de forma gradual. Aunque cobre parte de la empresa -salario- y parte del Estado -pensión- sí que existe una relación laboral entre ambas partes, algo que no pasa cuando se prejubila.
Cómo funciona la prejubilación
A través de este pacto entre empresa y trabajador, ambas partes alcanzan un acuerdo indemnizatorio que se prolonga durante el tiempo, más allá de la indemnización habitual. Así, al trabajador se le asegura un porcentaje (que puede ser del 60 al 100%) de lo que venía ganando en su nómina. En este acuerdo la empresa suele comprometerse a abonar una cantidad suficiente para llegar a un convenio con la Seguridad Social que permita al trabajador percibir una pensión que le permita mantener su nivel de vida al jubilarse.
En cierto modo, el trabajador prejubilado es un desempleado -aunque sin realizar una búsqueda activa de empleo- que cuenta con una pensión privada por parte de la empresa hasta el momento en que se haga efectiva su jubilación. En un primer momento, el trabajador cobra el subsidio por desempleo, y cuando se le acaba el paro se activa el convenio. A partir del momento en que se jubile, dejará de percibir el complemento que le abonaba la empresa, pero su pensión no se verá afectada por estos últimos años de desempleo.
¿Cuándo se aplican las prejubilaciones?
Hay dos casos donde suelen aplicarse las prejubilaciones. El más habitual es cuando a la empresa le interesa prejubilar a un empleado para rejuvenecer su plantilla. Es una situación que se suele dar con empleados mayores, a los que todavía les quedan unos años para llegar a la edad de jubilación y que todavía no se pueden acoger a la jubilación anticipada. Empresa y empleado se benefician, aunque es posible que este se quede sin prestación de desempleo y la empresa se tenga que hacer cargo del subsidio.
La otra situación, seguramente la más conocida, es incluir las prejubilaciones en un ERE cuando la empresa está en problemas. Es la estrategia que han seguido las entidades financieras en los últimos años para aligerar plantillas. Recordemos que al no aparecer en el Derecho laboral español, no hay una serie de requisitos que deban cumplir todas las prejubilaciones ni una edad mínima para acogerse a ella, aunque el empleado debería valorar los años que ha cotizado a la hora de calcular la pensión por jubilación que le quedará.