¿En tu empresa hacéis un mantenimiento preventivo o correctivo? Seguramente lo segundo, lo que puede suponer graves pérdidas para la compañía ya que actuando solo en caso de avería se reduce la productividad de la compañía. En cambio, si seguimos un mantenimiento preventivo minimizamos el riesgo de avería, y aunque la amenaza siempre está latente se reducen las averías provocadas por la falta de mantenimiento.
Y para anticiparse a ellas, es imprescindible diseñar y aplicar un plan de mantenimiento preventivo, lo que podemos hacer siguiendo las siguientes pautas.
1. Cambio de hábitos
Aplicar un plan de mantenimiento preventivo nos exige un cambio de hábitos, ya que tendremos que incorporar una serie de rutinas para comprobar que todo está en orden, algo que hasta ahora no existía. Para ello, contaremos con una serie de revisiones, una checklist con las máquinas o temas a revisar, un equipamiento prioritario, etc. Unos cambios que toda la plantilla debe asumir.
2. Inventario de activos y acciones
Nuestra empresa tiene diferentes activos, cada uno con sus necesidades. Algunos nos exigirán una mayor intervención y otros no son tan críticos o tienen un riesgo menor, así que los esfuerzos de prevención serán menores. Por eso, conviene hacer inventario de todos los equipos que tenemos y de las acciones que llevaremos a cabo para su mantenimiento. Pero no basta con eso, también habría que calendarizar estas acciones, sabiendo cuáles hay que hacer de forma semanal, mensual, trimestral, semestral, anual, etc.
3. Fijar prioridades
Mientras hacemos el inventario de activos podemos identificar los activos prioritarios. Cualquier empresa tiene una serie de máquinas o herramientas sin las que no puede trabajar. Tener claros los activos prioritarios en la elaboración del plan de mantenimiento preventivo es elemental para el devenir de la empresa. Si evitamos que se averíen, no tendremos que paralizar la producción. Por eso, serán nuestra principal prioridad. Así, podemos seguir una escala de prioridades en prevención según la relevancia de cada equipo.
4. Consultar las instrucciones de los equipos
Cuando la empresa compra un equipo, este incluye un manual de instrucciones en el que aparecen las pautas de mantenimiento a seguir. La elaboración de nuestro plan de mantenimiento preventivo es el mejor momento para detenernos a leer esas instrucciones y analizar si estábamos actuando bien o no. Evidentemente, tendremos que incluir las pautas de mantenimiento indicadas en ese manual en nuestro plan de mantenimiento preventivo.
5. Nombra un responsable de mantenimiento
Igual que el plan de marketing tiene un director de marketing, el plan de mantenimiento preventivo necesita un responsable que se asegure de velar por su cumplimiento. Además de asegurarse de que se cumplen las directrices establecidas, puede ocuparse del mantenimiento predictivo, es decir, el análisis del desgaste de los activos de modo que se puedan predecir las averías y anticiparse a ellas. Aunque a priori el equipo esté bien, siempre hay indicadores que nos alerten de un posible problema en el futuro.
6. KPIs de mantenimiento
Todo plan tiene un objetivo, y en este caso los objetivos del plan de mantenimiento preventivo pasan por reducir los fallos, incrementar la disponibilidad de los equipos, reducir los accidentes o incidentes derivados del uso de estos activos, prolongar su vida útil, reducir el gasto en reparación de averías, etc. ¿Se están cumpliendo? La solución la tendremos revisando el cumplimiento de una serie de indicadores o KPIs fijados a la hora de diseñar el plan.
Como cualquier documento de esta índole, el plan de mantenimiento preventivo no es una estrategia cerrada sino todo lo contrario. Deberíamos estar abiertos a revisiones y mejoras del plan, en especial si no se cumplen los objetivos que nos hemos fijado. A partir de los objetivos, podemos comprobar qué ha funcionado, qué no y cómo podemos seguir mejorando en el mantenimiento de nuestros equipos.