Abran juego señoras y señores. Pero… ¡Ojo! Las reglas de juego han cambiado. La partida ya no se juega de la misma manera. ¿Juegan? La economía global, la local, los gobiernos, las compañías, los equipos… Todos ellos han cambiado sus reglas de juego. Y a su vez, todos ellos tienen unos líderes que son los responsables de coordinar estas distintas realidades.
Evolución del liderazgo
El liderazgo pues está en un cambio de paradigma importante. Está más fuera de la zona de confort que nunca. Y esto es no es bueno ni malo. Simplemente significa un nuevo estadio de evolución del mismo.
Hoy en día los países se rescatan, las compañías desaparecen o se adelgazan de recursos y personal, y los trabajadores pierden sus trabajos o, en el mejor de los casos, trabajan más para cobrar menos. En este entorno el liderazgo cambia en su forma de manifestarse, ya que no vale el modelo de los tiempos de bonanza.
En el reino animal, en momentos donde existe abundancia de comida, y donde el tiempo es favorable, las distintas especies pueden relajarse e inclusive dedicarse a descansar o dormir. Ahora bien, cuando existe escasez de alimentos, el tiempo es hostil, o el enemigo acecha cerca, los animales se transforman aumentando su estado de alerta, desplegando más energía y recursos para conseguir aquello que necesitan para sobrevivir.
Ahora estamos viviendo momentos donde también los seres humanos estamos luchando más que nunca para hacer sobrevivir a nuestros países, nuestras empresas, y nuestros puestos de trabajo. Y por consiguiente estamos evolucionando también nuestra forma de prepararnos, formarnos y trabajar. Y es aquí donde el liderazgo cobra especial relevancia.
A principios del siglo XX, con sistemas de producción como el Fordismo, el estilo de liderazgo operante estaba basado en la “dirección” entendida como la organización, y planificación de recursos humanos y materiales, donde el concepto de la autoridad destacaba como mecanismo para aumentar la productividad.
Si nos movemos un siglo más tarde para situarnos al comienzo del siglo XXI, nos daremos cuenta que el liderazgo imperante ha ido más encaminado a aumentar el aspecto participativo, afiliativo y de desarrollo de los colaboradores. Pero aún y así sigue muy vivo el estilo autoritario en algunas organizaciones, y a la vez en otras se están viviendo las consecuencias de un pasado donde se ha sido demasiado condescendiente con respecto a resultados mediocres hasta el punto de perder productividad, calidad de servicio, o por lo tanto pérdida de competitividad.
El líder efectivo actual es aquel que está altamente comprometido con la organización y con las personas que la forman y es exigente con el desempeño de sus colaboradores, luchando a la vez por el bienestar y desarrollo profesional de los mismos.
Demos la bienvenida al nuevo líder.