Uno de los efectos de la crisis económica fue la aparición de nuevos modelos de negocio. Entre ellos está el coworking, centros de trabajo donde autónomos o emprendedores comparten oficinas con otras personas que pueden dedicarse a negocios totalmente diferentes. Es una forma de aunar el talento en un mismo lugar, de poner en contacto profesionales de diferentes ámbitos, de facilitar las colaboraciones y sinergias entre profesionales. Y si quieres montar un coworking es impredecible que tengas una hoja de ruta.
Plan de negocio del coworking
En primer lugar, necesitaremos un espacio donde montar el coworking. Lo ideal es contar con un espacio flexible y polivalente, que incluya salas de reuniones para celebrar eventos o la posibilidad de que una empresa se expanda y se quede en nuestro edificio si las cosas van muy bien. También es interesante que esté situado en un lugar estratégico, con facilidades de acceso y cerca de paradas de medios de transporte públicos como autobús, metro o incluso trenes de cercanías o autobuses interurbanos.
La clave para atraer clientes es realizar una buena campaña de marketing a nivel online y offline. En la red es imprescindible promocionar la imagen de nuestra marca a través de una web atractiva, con buenas fotografías, y un buen trabajo de posicionamiento en buscadores. Deberíamos ser activos en las redes sociales, creando contenidos de valor para nuestro público objetivo. También hay que crear listas de correo electrónico donde los potenciales usuarios puedan suscribirse para enviarles información periódicamente.
A nivel offline hay que aprovechar al máximo el networking. Trata de acudir a eventos donde puedas coincidir con esos hipotéticos clientes u organiza actividades que te puedan dar un altavoz mediático para dar a conocer tu espacio de coworking. A medida que vayas incorporando empresas o trabajadores a tu espacio de coworking, trata de involucrar a los coworkers fomentando el sentido de pertenencia a este espacio. Si hay algún coworker destacado por su actividad, no dudes en aprovechar el tirón que tiene.
Dentro del plan de negocio hay una serie de aspectos financieros a valorar. El primero es el de los gastos, e incluye tanto los gastos fijos como los puntuales. Así, en nuestro plan de negocio inicial no pueden faltar las inversiones en alquilar el espacio de coworking y realizar las intervenciones para adaptarlo a lo que queremos. Dentro de estas intervenciones tenemos las obras para acondicionar el espacio, pero también la compra de elementos como lámparas, mesas, sillas, decoración o incluso electrodomésticos para hacer el coworking más atractivo. Es habitual pedir préstamos para ello.
Una vez completada esta inversión, llega el momento de poner en marcha el espacio. Seguiremos pagando un alquiler mensual, que se llevará la mayoría de nuestros recursos, pero también hay que tener en cuenta los suministros como luz, Internet o agua, a los que pueden sumarse el gas si hay cocina o incluso el teléfono, unos gastos que se generan todos los meses. Tampoco podemos pasar por alto la importante inversión en publicidad y campañas de marketing, en especial los primeros meses de funcionamiento del negocio, ni los gastos en limpieza y mantenimiento del coworking.
A partir de esos gastos y de la previsión de ocupación podemos lanzar las diferentes tarifas de nuestro espacio de coworking, de modo que el dinero que entra sea superior al que sale cada mes. En este sentido, podemos encontrar tarifas por horas, tarifas semanales o mensuales, el precio por alquilar las salas de reuniones, añadir un plus si ofrecemos plaza de aparcamiento… Los ingresos no son constantes, así que hay que controlar muy bien los gastos fijos si no queremos que el coworking sea un negocio ruinoso.