¿Quieres saber si un producto será viable antes de su lanzamiento? Quien dice producto dice idea, servicio o método de trabajo. Un cambio de este tipo implica una importante inversión para nuestra organización, y siempre es mejor gastar el dinero en algo que sabemos que funcionará. Para ello, podemos recurrir a la Prueba de concepto o PoC, un estudio de viabilidad muy útil a la hora de desarrollar productos o proyectos. Para crear esa prueba de concepto tendrás que definir una idea de negocio, los objetivos de la empresa, ejecutar el proyecto, hacer un seguimiento de las métricas y presentar los resultados. Parece complicado, pero en realidad, no lo es. Sigue nuestras pautas para lograr implantar esta estrategia en tu negocio.
Definición de prueba de concepto
La prueba de concepto es una presentación que demuestra la viabilidad de un producto, método o idea. Sirve para demostrar ante inversores o responsables la viabilidad de la idea, de modo que estos perfiles confíen en la propuesta y se involucren en su desarrollo. También es un recurso a la hora de minimizar los potenciales riesgos del proyecto, a la vez que ofrecemos responsabilidad valiosa del mismo. Eso sí, la PoC no se debería aplicar en todos los proyectos: no todos parten de una nueva idea.
Cuándo implementar una prueba de concepto
Hay dos escenarios donde deberíamos apostar por la prueba de concepto. En primer lugar, cuando se desarrolla una nueva idea de proyecto. Es decir, cuando trabajamos en un producto que nunca se ha realizado, o un método desconocido. La prueba de concepto nos sirve a modo de proyecto piloto, pues si no hay casos con los que comprarnos tendremos que probar esa idea para asegurarnos de que es viable en la realidad.
La otra situación donde recurriremos a la PoC es al agregar nuevas funciones a un proyecto. Piensa que el proyecto actual se convierte en algo diferente. Por eso, es recomendable probar la nueva función para asegurarnos que el resultado no implica una pérdida de funcionalidades del proyecto. O al menos, que las nuevas funciones sirven para mejorar el proyecto, y no lo empeoran.
Cómo crear una prueba de concepto
Cada prueba de concepto es diferente. A medida que avancemos en el proceso, definiremos los pasos a seguir y los descubrimientos realizados. Es fundamental llevar un control de la prueba para consolidar la investigación. La prueba de concepto puede resumirse en cinco pasos:
- Definir la idea de negocio: qué idea, producto o función quieres probar. Piensa en las necesidades de tu público objetivo y en cómo las cubrirá esa idea o proyecto que quieres probar.
- Establecer los objetivos de rendimiento: necesitamos unas métricas de éxito para tener un punto de referencia a lo largo del proceso. En este segundo paso habrá que definirlas.
- Ejecutar el proyecto de prueba de concepto: llevaremos a cabo la prueba piloto. En cierto modo, es como probar el prototipo, pues necesitamos un modelo funcional del producto que nos permita testarlo en un entorno real.
- Seguimiento de las métricas: nos dirán si la idea cumple con los objetivos de rendimiento que nos hemos marcado, y en qué grado. Para ello, tenemos el feedback del grupo de muestra.
- Presentación de resultados: detalla cómo ha ido la prueba de concepto a las partes interesadas para solicitar su apoyo. Es el momento de poner en valor el resultado conseguido.
Ejemplo de prueba de concepto
Una empresa que todos conocemos y que trabaja con las PoC es LEGO. Una de sus características ha sido adaptar la oferta en función del análisis de nichos y validación de productos. Por ejemplo, se centra niños, niñas y adultos. Cuenta con la plataforma LEGO Ideas, donde las ideas de sus usuarios se votan para convertirse en productos reales. Para atraer a un mayor público femenino, LEGO proyectó sus intereses y hábitos a la hora de jugar. Esto permitió el desarrollo de nuevos juguetes que captaban su atención, validados mediante pruebas de concepto. Son un éxito de ventas.