Ponerse al frente de una empresa o de un proyecto significa tener definida una hoja de ruta para ello, lo que implica un tipo de liderazgo en concreto. Un buen líder debe ser capaz de adoptar un estilo de liderazgo y dirigir la empresa a partir de estos principios, ya que los cambios constantes en el modelo de liderazgo generan la sensación de duda e incapacidad entre los subordinados. Uno de los diferentes tipos de liderazgo que tenemos es el liderazgo paternalista que vamos a conocer un poco más a fondo.
¿En qué consiste el liderazgo paternalista?
A grandes rasgos, podríamos decir que la relación entre el líder paternalista y sus empleados es como la de un padre con sus hijos. Es un rol que suelen adoptar los líderes que le dan un valor especial a esa figura del padre protector, utilizando un sistema de recompensas con los trabajadores. Si la cosa va bien, el trabajador recibe un premio por su trabajo; si las cosas se tuercen, será castigado como el hijo que no ha hecho los deberes o ha sacado mala nota en un examen.
Ventajas e inconvenientes del liderazgo paternalista
A priori, parece una opción de liderazgo excelente para cualquier grupo de trabajo, ya que un líder paternalista presta atención a las diferentes actividades y tareas que deben cumplirse para llegar a los objetivos empresariales. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y la figura del líder paternalista también puede generar ciertos problemas en el día a día de la empresa, en especial a medio y largo plazo. Por eso, antes de decantarnos por este tipo de liderazgo deberíamos valorar sus pros y sus contras.
Si hay una razón para adoptar el liderazgo paternalista es que el líder será el que asuma todas las responsabilidades, tanto para bien como para mal. El hecho de que todo recaiga sobre sus hombros hace que los trabajadores se sientan menos presionados, ya que cuentan con la protección de su jefe. En el caso de que algo no salga como se espera, el jefe será el que asuma la responsabilidad, no serán ellos, y esa falta de presión hace que los empleados se despreocupen de los aspectos secundarios y se centren solo en lo principal.
Del mismo modo que tienen las espaldas cubiertas por ese líder paternalista, vemos que es un líder que se preocupa por sus empleados y que impulsa la motivación a través de los premios que se ofrecen cuando se cumplen con éxito las tareas o proyectos. Se suele decir que un trabajador motivado es un trabajador productivo, así que si tenemos a toda la plantilla motivada la lógica dice que mejorará la ratio de productividad de nuestra empresa.
Pero también hay que valorar los aspectos negativos de este estilo de liderazgo. Por ejemplo, un liderazgo paternalista puede derivar fácilmente en un liderazgo autocrático, ya que muchas veces se adopta este tipo de liderazgo cuando el responsable del proyecto cree que él tiene toda la razón y sus trabajadores no. De hecho, es habitual que el líder paternalista dé por supuesto que sus empleados no tienen ningún criterio propio, y estos se limitan a obedecer órdenes, lo que puede desmotivar a los trabajadores más experimentados o proactivos.
Otra de las consecuencias de la omnipresencia de este líder paternal es que si un día no está, el equipo no sabrá qué hacer en caso de problema. Sin ese referente al que pedir una respuesta al problema, el equipo está perdido. No habrá podido madurar ni desarrollarse debido a ese exceso de celo del líder, lo que puede cortar la proyección profesional de los trabajadores más prometedores. No podemos olvidar que el líder no tiene por qué tener siempre la razón, y quizá dirija mal a sus trabajadores, lo que pondrá en peligro el éxito del proyecto.