Vivimos en una sociedad donde ser capaces de detectar lo cool y explotar al máximos las tendencias del momento, por pasajeras que sean, puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de una empresa. En este contexto, se antoja de vital importancia que las empresas, sean del sector que sean, cuenten con personal capaz de detectar estas tendencias, un profesional que identifique todo lo cool susceptible de ser explotado en beneficio de la compañía. De esta forma, dentro de la organización de la empresa surge la figura del coolhunter.
¿Qué son los coolhunter?
Aunque generalmente lo conozcamos como coolhunter, también nos podemos referir a este perfil como cazatendencias, trendspotter, trendwatcher, pronosticador o tendencias o, si preferimos una traducción literal, cazadores de lo cool. En cierto modo, el coolhunter juega un papel de asesor para la empresa, ya que ofrece información sobre las tendencias y futuras oportunidades de mercado, pero a la hora de la verdad los consejos directivos de las propias empresas son las que deciden, a partir de la información del coolhunter, si vale la pena o no entrar en esa oportunidad.
¿De qué se encarga un coolhunter?
La misión principal de un coolhunter es ayudar a las empresas a descubrir, comprender y descifrar las tendencias del sector. Se trata de una información esencial para que las empresas puedan acceder a nuevas oportunidades de negocio o penetren en nuevos nichos de mercado. Quizá el ejemplo más evidente de ello lo encontremos en el mundo de la moda: el coolhunter debe anticiparse y adelantar qué tejidos, qué colores o qué diseños serán tendencia la próxima temporada para que la empresa pueda diseñar prendas a partir de esas premisas.
Para detectar estas tendencias, los coolhunter se apoyan en estudios de mercado con los que pueden observar el comportamiento de los estilos emergentes o detectar las nuevas tendencias cuando aún no han pasado de un estado muy embrionario. En este sentido, es muy importante no limitarse a un solo perfil de potencial usuario, sino trabajar con varios segmentos de la población, de modo que sea más fácil detectar esas tendencias o esos patrones que se repiten en diferentes grupos y que pueden dar paso a una nueva tendencia.
A pesar de ser un perfil profesional relativamente nuevo, las funciones del coolhunter han cambiado considerablemente en los últimos tiempos. Si antes el trabajo de calle era vital para esos análisis del mercado, ahora las redes sociales como Instagram juegan un papel clave en la búsqueda de las tendencias. El papel de los influencers condiciona el día a día de estos profesionales, aunque se ha llegado a un punto donde la empresa puede incluso anticiparse al coolhunter y convertir un producto en tendencia de la mano de los influencers.
Más allá de detectar tendencias para abrir nuevos canales de negocio, el coolhunter también tiene la responsabilidad de detectar las amenazas que se ciernen sobre una empresa y qué impacto pueden tener. Los productos pasan de moda, y también hay que anticiparse a estos cambios en los gustos de los consumidores si no queremos quedarnos atrás respecto a la competencia. Es una responsabilidad tan importante como ser capaz de descubrir las nuevas tendencias.
En resumen, el coolhunter es el encargado de conceptualizar las tendencias en nuevos productos, servicios, modelos de negocio o estrategias que puedan derivar en unos resultados beneficiosos para la empresa. Se trata de un perfil multidisciplinar, ya que pueden tener formación en campos tan diferentes como la sociología, la imagen, el diseño o la psicología que le aporten los conocimientos necesarios para trabajar con el público, llevar a cabo los análisis del mercado y ser capaz de adelantarse al comportamiento de los clientes, lo que le permitirá descubrir las nuevas tendencias.