La toma de decisiones es uno de los aspectos más importantes para cualquier empresa, da igual el sector al que se dedique. De las decisiones que tomemos depende el futuro de la empresa y de sus trabajadores, así que deberemos tomar la decisión correcta en todo momento. Lo habitual es que las decisiones se tomen desde arriba, desde los puestos de mando de la compañía, pero no podemos pasar por alto que cada vez es más habitual que se adopten los modelos de gestión participativa, donde todos los trabajadores tienen un papel importante.
Características de la gestión participativa
Si hay algo que caracterice el modelo de gestión participativa es que todos los trabajadores de la empresa se implican en la toma de decisiones. Para ello, es imprescindible centrarse en evaluar y aprovechar toda la información de la que disponemos. Aunque la última palabra la tiene el líder del equipo o empresa, los trabajadores o colaboradores también participan en la toma de decisiones, de modo que sus opiniones se escuchan y valoran, pudiendo ser decisivas a la hora de decidir cuál será la decisión final.
Para desarrollar un modelo de gestión participativa en la empresa hay que introducir medidas como los equipos de mejora, círculos de calidad, buzones de sugerencia, etc. El papel del gerente es muy importante, ya que no solo tiene que tomar la decisión final sino que también debe impulsar el desarrollo de su equipo, valorar el equipo de trabajo o facilitar las relaciones entre los diferentes departamentos de la empresa. También es importante que las empresas tengan una comunicación bidireccional.
¿Ventajas de la gestión participativa?
Aplicar un modelo de gestión participativa en nuestra empresa tienen incontables ventajas, como un aumento de la motivación laboral, la implicación y el compromiso del equipo. El hecho de que se tengan en cuentas las opiniones y propuestas de los trabajadores a la hora de tomar decisiones hace que estos se esfuercen más en aportar sus ideas y soluciones. Este modelo es mucho más estimulante para los empleados que limitarse a acatar órdenes de sus jefes sin tener derecho a cuestionarlas o hacer sus propias propuestas.
Darles voz y voto hace que el compromiso y la implicación sea mayor, pero también es una ayuda más para fomentar la cohesión entre los miembros del equipo. Se produce un debate continuo, y aquí la empatía o la comprensión desde el punto de vista de los otros trabajadores también serán mayores. Así, los empleados se pueden poner en la piel del compañero, lo que sin duda supone ese refuerzo en los lazos emocionales de la plantilla y un aumento de la química entre compañeros.
Si somos capaces de generar un buen ambiente en la empresa, aumenta la productividad ya que el trabajo se completa de una forma más rápida, eficaz y eficiente. También conviene destacar que al implicar a todos los trabajadores en la toma de decisiones, el modelo de liderazgo participativo nos ofrece más puntos de vista lo que nos facilita encontrar soluciones eficaces y eficientes. Esta situación contrasta con lo que pasa en otros modelos, donde el único punto de vista es el del líder.
En los modelos con un líder sólido, donde no se tiene en cuenta la opinión del resto, los trabajadores no se atreven a proponer nada, o sus propuestas quedan en papel mojado, de forma que las grandes ideas se quedan en el limbo. Por último, el hecho de poder rebatir las propuestas del líder ayuda a detectar los posibles errores o fallos de sus propuestas, de forma que nos daremos a cuenta a tiempo de esos problemas y ahorraremos un montón de tiempo -y dinero- al detectarlos antes de que causen problemas que pueden ser graves.