¿Son los directivos los más incompetentes de la empresa? A grandes rasgos, eso es lo que propone el Principio de Dilbert, una teoría desarrollada por Scott Adams en los años 90 y que viene a decir que las empresas promocionan a los trabajadores más incompetentes para minimizar los daños que pueden causar a la compañía. Su nombre se debe a Dilbert, un personaje de historieta que desde 1989 ha aparecido en todo tipo de periódicos, webs o revistas, y que cuenta con un jefe de lo más inútil.
Cómo funciona el principio de Dilbert
Según los postulados de Adams, la clave está en que la productividad de la empresa depende de los puestos más bajos de la escala jerárquica, de la base de la pirámide. Es ahí donde se encuentran los trabajadores de a pie, los que se encargan de los turnos de producción, la atención al cliente, etc. A medida que subimos en esa escala jerárquica, vemos que se reduce la influencia de esas personas sobre los niveles de productividad de la empresa, de modo que el papel de los directivos será algo prácticamente irrelevante.
De acuerdo con esta estructura jerárquica de la empresa, las compañías facilitarían el ascenso de los trabajadores más incompetentes hacia los puestos más elevados del organigrama empresarial ya que son los que tienen menos importancia. De este modo, las decisiones que tomen tendrán un efecto menor sobre la productividad de la empresa. Para justificar el ascenso a partir de la incompetencia, el Principio de Dilbert asegura que la información que reciben los superiores viene preparada de abajo, ya que es la base la que toma las decisiones.
Críticas al Principio de Dilbert
Estos postulados fueron bastante criticados, aunque la cosa ha cambiado. Los críticos del Principio de Dilbert defienden que situar a un empleado incompetente al frente de la empresa o de un equipo de trabajo puede ser muy dañino para la compañía, ya que en esa posición cuenta con un gran poder de decisión, y si sus decisiones son malas -algo seguro debido a su nivel de incompetencia- la empresa y su productividad se resentirán. Los críticos añaden que el mundo está lleno de personas muy por encima del puesto que deberían ocupar por sus competencias.
Sus detractores concluyen que la única ventaja de ascender a un incompetente, si es que se puede hablar de ventajas, es la diversión que puede generar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay gestores que dan credibilidad al Principio de Dilbert y aseguran que está más extendido de lo que podemos creer. De hecho Guy Kawasaki, histórico empleado de Apple, habla de dos tipos de empresas, las que admiten aplicar el Principio de Dilbert y las que lo aplican pero todavía no lo saben.
A priori, la incompetencia no debería ser un mérito para ascender en la empresa, pero todos hemos oído hablar o conocemos trabajadores -en ocasiones relacionados con la alta dirección- que tienen un puesto de mando “para que no molesten”. Quizá en Europa no tiene tanta repercusión, pero en América del Norte este principio sí que ha tenido bastante buena acogida entre los gestores de empresas.
Dilbert vs Peter
Llegados a este punto, es inevitable confrontar el Principio de Dilbert con el Principio de Peter. El de Peter se desarrolló antes, y a partir de él surgió el de Dilbert, aunque son algo opuestos. Según el Principio de Peter, el trabajador se vuelve incompetente a medida que avanza en el escalafón corporativo, de modo que cuando alcance un puesto directivo su productividad caerá. Dilbert dice que no, que lo han ascendido para evitar que cause estragos en la productividad. ¿Cuál de los dos crees que se ajusta más a la realidad?