Un trabajador motivado y satisfecho será mucho más productivo que un empleado desmotivado, que no obtiene ningún tipo de satisfacción en su puesto de trabajo y que considera que su talento se está perdiendo. Por eso, una de las responsabilidades de los Recursos Humanos y líderes de las empresas y equipos es -o debería ser- satisfacer las necesidades de los trabajadores, de modo que en todo momento se sientan apoyados por la compañía. Así, serán más productivos y todos saldremos ganando. La duda llega a la hora de decidir cómo satisfacer estas necesidades.
La pirámide de Maslow
A mediados de los años ’40, el psicólogo Abraham Maslow lanzó su teoría sobre la motivación humana, que se puede aplicar perfectamente al ámbito laboral. Esta teoría dividía estas necesidades en una pirámide de cinco niveles. En la base tenemos las más básicas, y a medida que subimos de nivel nos acercamos al objetivo final: la autorrealización. Estos cinco niveles de la pirámide de Maslow son las necesidades fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de autorrealización, la cima de la pirámide.
Dentro de las necesidades fisiológicas tenemos las cuestiones básicas de supervivencia: comer, una fuente de ingresos, un hogar donde vivir. Trasladado al ámbito laboral, este nivel básico sería tener un sueldo que nos permita cubrir esas necesidades vitales. El segundo nivel será el de seguridad, que va un paso más allá de las fisiológicas. Aquí entran en escena un lugar de trabajo seguro, las pensiones o el seguro médico, en resumen, la garantía de que tiene un trabajo que le permite iniciar un proyecto vital.
A continuación pasamos a la afiliación, el tercer nivel, donde destacan las relaciones interpersonales tanto en lo emocional como en lo social. Maslow habla de integración en la sociedad, de formar parte de un grupo, de tener buenas relaciones con quienes nos rodean. Como bien sabrás, las relaciones interpersonales en el trabajo son necesarias y efectivas, y si la empresa facilita la cooperación entre empleados se creará un buen clima laboral. Una buena comunicación de los planes de empresa, donde los trabajadores se sientan parte de un todo, ayuda a satisfacerlos.
Pasamos al cuarto nivel, el reconocimiento tanto de ellos mismos como del resto. El objetivo será que en el ámbito laboral se reconozca su trabajo por parte de compañeros y responsables, así que en este punto tu misión como responsable es reconocer los méritos de los empleados. Si es así, el trabajador ganará en autoconfianza y se sentirá satisfecho. El hecho de contar con el apoyo de la dirección y de los compañeros es un impulso más en el camino hacia el éxito.
Por último, tenemos el nivel de autorrealización, la cima de la pirámide. En este punto se puede decir que hemos colmado todas las necesidades de los trabajadores, les hemos ofrecido un entorno en el que pueden crecer personal y profesionalmente y desarrollan su actividad de forma efectiva. El trabajador será un experto en lo que hace, no necesitará una supervisión constante y será capaz de ofrecer a la empresa propuestas o ideas para mejorar el negocio. Aquí utilizará todo su potencial para ayudar a la empresa, logrando su plena satisfacción personal.
Es muy importante recalcar que para alcanzar este nivel máximo antes hay que cubrir los niveles de satisfacción previos. Si el trabajador siente que está atrapado en un empleo sin futuro, con unas condiciones que le impiden autorrealizarse o con la incertidumbre de no saber qué pasará a medio y largo plazo con su puesto de trabajo, será imposible superar los dos primeros niveles de la pirámide. Por eso, nuestro deber como empleadores es generar el lugar de trabajo ideal para los trabajadores tengan cubiertas sus necesidades, y no haya nada que les preocupe y afecte su productividad.