Cómo emprender sin renunciar a tu trabajo

Pau Sisternas

¿Puedo emprender mi propio negocio sin renunciar al trabajo? Dar el paso y convertirte en emprendedor no siempre es fácil, pues nos arriesgamos a quedarnos sin red. Emprender exige una importante inversión económica, y es fácil que tardemos un tiempo en empezar a obtener beneficios. Una buena forma de lanzarse a emprender sin perder nuestro sostén económico es emprender sin dejar el trabajo que desempeñamos. De este modo, podemos invertir nuestro tiempo libre en el proyecto, y sabemos que si algo sale mal siempre tenemos un plan B.

Pasos para abrir un negocio sin renunciar a tu trabajo

Cómo iniciar un negocio sin renunciar a tu empleo

Antes de nada, asegúrate de que estás satisfecho con tu empleo. Especialmente, con la parte económica que al fin y al cabo es la que te permitirá sacar adelante tu proyecto. Lo puedes ver como una fuente de ingresos para la idea que quieres lanzar.

Si tienes clara la idea de negocio, adelante; si no es así, debes definirla lo antes posible. Cuando nos lanzamos a emprender, generalmente lo hacemos desde algo que nos apasiona; si sigues sin tenerlo claro, puedes buscar inspiración en tu puesto de trabajo.

Con la idea definida, nos fijaremos en la cuestión legal. Especialmente, en posibles conflictos de intereses con la empresa donde trabajas pues pueden surgir problemas de propiedad intelectual o los clientes. Presta atención a posibles cláusulas de exclusividad o confidencialidad, derechos o compromisos que hayas firmado en el contrato. Esto te dirá hasta dónde puedes llegar con tu proyecto. Si tienes dudas, antes de dar un paso en falso es preferible contactar con un abogado o asesor que nos ayude.




Solucionados estos aspectos, vamos a dar nuestros primeros pasos como emprendedores. Una buena planificación es fundamental, lo que implica respetar el horario de oficina. Tu productividad laboral no se puede ver afectada por tu negocio, así que habrá que buscar otros momentos para nuestro negocio. Aquí tenemos opciones como levantarnos antes, aprovechar los desplazamientos al trabajo, las pausas o el rato entre que llegamos a casa y la cena para avanzar en nuestro proyecto.

Aprovechando que tienes una fuente de ingresos -además de los ahorros que vayas a invertir en el proyecto- es el momento de invertir en los recursos necesarios para el nuevo negocio. La compra de equipos, licencias u otros trámites legales que exijan un desembolso. Llegados a este punto, es fácil que seas capaz de diferenciar entre actividades necesarias y/o de valor. Céntrate en las que son realmente útiles y valiosas para la empresa, evita aquellas que ni son necesarias ni aportan valor.

Quizá sea el momento de buscar a alguien que te ayude en el negocio. Si es así, pregúntate qué tipo de socio necesitas -¿capitalista? ¿alguien que se ocupe de lo que tú no puedes o no sabes hacer?- y qué participación tendrá en el negocio.

Esto es algo que debe aclararse cuanto antes. Ya estamos en disposición de poner el negocio en marcha, empezando a generar ganancias. Tarde o temprano empezarán a llegar los beneficios. Cuanto antes entres en el mercado, antes podrás acceder a inversionistas. No olvides la importancia de seguir formándote y aprendiendo.

Siguiendo estos pasos, te resultará más fácil abrir tu propio negocio sin renunciar a tu empleo. La clave está en ser eficiente y productivo. Si cumples con estas dos premisas, te resultará más fácil sacar el tiempo para desarrollar tu proyecto y hacerlo con éxito. Por último, ten en cuenta que esta situación no debería ser perpetua en el tiempo. Si todo va bien y el negocio funciona, llegarás a un punto donde deberás elegir entre dedicarte al 100% al proyecto que has puesto en marcha o limitarte a tu empleo. Una decisión que no es nada fácil de tomar.

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