¿Imaginas algún procedimiento con el que, sin mayor esfuerzo, pudieras conseguir unos ingresos extra por el simple hecho de que una empresa marche bien? Pues esto es lo que ocurre con los dividendos. Se denomina así a la parte del beneficio que consigue una compañía y que decide dar a sus accionistas, en lugar de volver a invertir sobre sí misma. Teniendo esto claro parece que lo único que se interpone entre el dinero y tú es saber elegir a la empresa apropiada y nada más. La temporada pasada tuvo un importante cierre para los accionistas ya que casi las dos terceras partes de las empresas que forman parte del Ibex anunciaron que mejorarían sus retribuciones, llegando a repartir hasta 22.000 millones de euros de sus beneficios.
Pero, una vez más, ¿cómo y en qué sector invertir?
- No todo es lo que parece. Con esto queremos decir que no se debe invertir sin antes informarse un poco. Un ejemplo sería lo que ocurrió con las preferentes, un exponente claro de lo que no se debe hacer. Como con todo, el invertir bien lleva consigo el dedicar tiempo a comprender cómo actúa el mercado en general y cómo se desenvuelve cada sector en particular. Algo que debemos tener claro es la rentabilidad por dividendo. Este porcentaje se puede obtener de dividir la cantidad que se reparte por acción entre el precio por el que cotiza la misma. Aunque el dato pueda llamar la atención no hay que olvidar que se emplean números del pasado y para tratar de prever lo que ocurrirá en el futuro hay que valorar otros factores.
- Tasa de distribución. Puede que este término no nos diga nada en un primer momento, pero es el que indica la parte que, de los beneficios que obtenga la empresa, irá a parar a nuestra cuenta. Es decir, que aunque la empresa gane mucho, esto no significa que el accionista consiga muchos beneficios, todo dependerá del trozo del pastel que esté dispuesta a compartir. Algunas empresas ganan menos, pero deciden dar un porcentaje mayor a sus accionistas y, otras, ganando más, prefieren quedarse con la mayor parte y reinvertir en sí mismas para conseguir mayores beneficios aún.
- Evolución de los dividendos. A poco que decidamos investigar un poco más sobre este asunto podremos ver que las rentabilidades que se pueden obtener no son excesivamente altas (normalmente rondan el 1 y el 3,5%). La clave aquí está en el crecimiento anual de los dividendos. Es decir, que eligiendo las empresas adecuadas, puede que la rentabilidad que obtengamos ahora no sea la misma que consigamos de aquí a un año, cuando los beneficios pueden ser mucho mayores.
Si de todos los tipos de empresas se elige la empresa adecuada en la que invertir, sin tener que hacer nada más, se puede ver cómo la rentabilidad sube. Y realmente no es tan complicado elegir una compañía. Básicamente lo que hay que hacer es:
- Comenzar con una inversión para ver cómo se maneja la empresa seleccionada.
- Tener presente que puede haber una caída de las acciones (y no por ello siempre interesa vender).
- Optar por aquellas compañías que cuenten con consistencia a largo plazo (pese a que puedan tener baches en el camino).
- Y, por supuesto, hacer un análisis del mercado y de la compañía en la que se tiene interés como una manera de poder hacerse una idea de lo que va a ocurrir.