Cuando planificamos la tesorería de nuestra empresa tenemos una serie de gastos fijos en los que se va parte del presupuesto: nóminas, alquiler de locales y maquinaria, la flota de vehículos, el pago de proveedores y suministros...
Sin embargo, deberíamos reservar una partida presupuestaria para los denominados gastos imprevistos, un auténtico cajón de sastre en el que nunca sabes que te puedes encontrar, pero que siempre será algo negativo. Los gastos imprevistos pueden hacer quebrar una empresa, así que hay que conocerlos y saber cómo afrontarlos.
¿Qué son los gastos imprevistos?
Los gastos imprevistos son aquellos que escapan al día a día de nuestro negocio, unos gastos que no se podían prever. Su origen está en razones inesperadas, y aunque haya quien los asocie a una mala gestión o planificación en la inmensa mayoría de casos se deben a la mala suerte, no a la falta de previsión. Está claro que si hablamos de multas o sanciones sí que podemos achacarlas a la mala gestión de unos responsables que no han cumplido con la normativa, pero en otros casos se debe a infortunios fruto del azar.
Por ejemplo, los daños causados por inundaciones o terremotos son gastos imprevistos. También lo son las consecuencias de actos delictivos, o las posibles averías de la maquinaria o vehículos de tu empresa, que exigirán una importante e inmediata reparación.
Aunque en el caso de las pymes no sea algo tan habitual como en las grandes empresas, también podemos incluir aquí los gastos imprevistos fruto de la situación geopolítica: aranceles, aumento del precio del carburante o el transporte, etc. que pueden causar estragos en nuestras finanzas.
¿Cómo afrontar los gastos imprevistos?
La mejor forma de hacer frente a los gastos imprevistos es siendo previsores, algo que a priori puede parecer contradictorio cuando hablamos de algo inesperado. Y más cuando este tipo de gastos puede venir de diferentes frentes. Por eso, a la hora llevar la contabilidad de la empresa y diseñar el presupuesto anual, siempre hay que reservar una partida presupuestaria a los gastos imprevistos.
Según la capacidad de generar recursos de la empresa, este montante para gastos imprevistos será superior o inferior, pero es un dinero que hay que tener apartado, siendo conscientes de que no nos reportará ningún beneficio.
Hay empresas que prefieren tener el dinero trabajando, una decisión legítima pero que les puede dejar sin capacidad de tesorería a la hora de hacer frente a estos gastos. Una opción intermedia es invertir parte de esos fondos de contingencia para gastos imprevistos en productos financieros que se puedan vender rápidamente en caso de necesidad, y dejar otra parte sin trabajar para ir haciendo frente a los gastos imprevistos.
Otra forma de ser previsores es con el seguro. Las aseguradoras cubren algunos de los daños que podemos tener en nuestra empresa, como los robos, incendios o averías, de modo que tu pyme debería tener un seguro lo más completo posible. Algo parecido pasa en las pymes y explotaciones agrícolas o ganaderas. Hay que contratar el seguro agrario o ganadero para hacer frente a los daños que puedan causar las inundaciones o el granizo, que causan un gasto imprevisto en la reparación del terreno, además de la consecuente pérdida de cosechas.
En caso de haber sido previsores y aún así no haber sido suficiente, tenemos otras opciones para tratar de minimizar las consecuencias de los gastos imprevistos:
- Una de ellas puede ser pedir un préstamo bancario, aunque las condiciones no siempre son las más favorables para tus intereses.
- Otra posibilidad es negociar con clientes y proveedores para que los primeros adelanten el pago de las facturas y los segundos acepten su fraccionamiento o atraso, lo que nos ofrecerá cierto respiro económico para hacer frente poco a poco a ese gasto imprevisto.