¿Te imaginas una empresa sin jefes? Es el sueño de muchos trabajadores, no tener que responder ante ningún superior, y también lo que nos propone la holocracia empresarial, un modelo de gestión donde no hay ni jefe ni una estructura jerárquica superior a los trabajadores. El hecho de no contar con jefes ni con ningún tipo de mando por encima de los empleados no significa que estos hagan lo que quieran, sino que el poder de decisión se reparte entre los miembros de la empresa. Es la base de la democracia empresarial, el clímax de ese liderazgo empresarial compartido del que tanto se habla.
¿Cómo funciona la holocracia empresarial?
Detrás de este modelo nos encontramos con la figura de Brian Robertson, fundador de Ternary Software que plasmó el modelo holocrático en ‘Holocracy: The New Management System for a Rapidly Changing World’. En su obra, Robertson habla de los tres principios del modelo holocrático empezando por la asignación de roles. Cada trabajador tiene un rol definido y actualizado constantemente, de forma que una sola persona puede jugar diferentes roles en distintas áreas de la empresa. Cada rol es autónomo para elegir cómo desarrollar sus funciones sin afectar a otras tareas.

El segundo principio de los expuestos por Robertson es la organización por círculos: cada rol se estructura de forma circular en base a cada proyecto. La empresa tiene diferentes equipos, y cuando uno de ellos logra su objetivo se reorganizan. Por último, nos encontramos con el gobierno conjunto, que establece una serie de reuniones periódicas donde cada rol del círculo puede participar para analizar o modificar su misión o cambiar los objetivos estratégicos de la empresa. Una vez más, cada círculo tiene un rol concreto para facilitar la participación de todos los grupos de la empresa.
Ventajas y desventajas de la holocracia
Si hay algo que caracteriza el modelo holocrático, es la capacidad de adaptación. Las revisiones internas obligan a adaptarnos constantemente a la nueva situación, obteniendo una respuesta rápida. Se trata de un modelo ágil, donde cada uno se ocupa de sus actos sin ningún tipo de intermediario, y eficaz ya que deciden los profesionales. Otra de las ventajas de la holocracia empresarial es que se apuesta por la innovación y la transparencia: todos los trabajadores pueden acceder a la toma de decisiones, desapareciendo la estructura piramidal donde solo las toman los mandamases.
Pero la holocracia empresarial también presenta algún problema que no podemos pasar por alto. El más claro, la incertidumbre que puede crearse entre los trabajadores. Sin un líder definido se pueden sentir desorientados en ciertos momentos, especialmente en los más difíciles. Otros críticos apuntan a que este modelo no tiene resultados reales que lo avalen, y añaden que puede ser un buen sistema para pequeñas y medianas empresas, pero que es inútil para las grandes compañías. También hay quien habla de pérdida de eficacia y productividad, de un modelo de gestión que va en contra de las conexiones entre los trabajadores.
Ejemplos de empresas que utilizan holocracia
A pesar de contar con ciertos detractores que critican el modelo y de ser algo relativamente nuevo, hay varias empresas de cierto renombre que han apostado por el modelo de gestión holocrático y, de momento, la cosa les ha salido bien. Más allá de Ternary Software, la empresa pionera en este modelo de la mano de Robertson, hay que hablar de Morning Star -produce uno de cada cuatro tomates que se venden en EEUU-, W-L. Gore -propietaria del Gore-Tex-, John Lewis -con más de 80.000 empleados- o Zappos, aunque con el cambio de modelo perdió un 14% de la plantilla. Puede ser un modelo de gestión muy interesante para start-ups.